Aquel hermoso primer día de primavera

Hace ya unos meses,  el día que entró la primavera fui de excursión con mis padres y mi hermano, fue un viaje en coche de hora y media más o menos, pero una vez sales de la ciudad y de la autovía, y llegas a la carretera es mágico, ese día fue mágico, ¿por qué? Pues porque todo era verde, una inmensidad de tonalidades de verde. Una de las zonas por las que pasamos fue mi momento preferido, ya estábamos adentrándonos en la carretera de montaña y junto a una casa abandonada y en ruinas todo era naturaleza, alrededor de la casa y toda esa pradera era verde, un verde que según la dirección del viento adquiría una tonalidad de verde distinta. La hierba era tan alta que cuando el viento la movía, aquella pradera dejaba de ser pradera para convertirse en un mar de olas de unos colores verdes hermosos.  Fue un momento mágico. 

Pero no sólo ese fue un momento mágico, también lo fue cuando llegamos y nos pusimos a andar por el monte, incluso andamos montes a través, una grata experiencia, andamos durante horas y horas, para cuando ya estábamos descendiendo el monte para volver al coche, nos cayó la noche, otro momento mágico, durante el camino hubo otros momentos mágicos, como cuando te sientas a comer bajo la sombra de un gran árbol, que te hace pensar, cuantos siglos de vida habrás visto pasar, y durante ellos cuántas personas habrán parado bajo su sombra, a refrescarse, descansar, beber agua o comer; otros lugares por los que caminas y de repente encuentras paisajes que parecen sacados de un cuento de hadas. Pero el momento de la vuelta fue especialmente mágico porque nos cayó la noche y pudimos ver un precioso atardecer, en el cual pudimos apreciar las distintas tonalidades naranjas y amarillas, mezcladas con el azul del cielo de aquella, que inundaron aquel hermoso cielo, que más tarde durante el camino de vuelta fue un precioso y mágico cielo estrellado, que no pude evitar contemplar con la boca abierta de lo precioso que era.

La montaña es mi lugar favorito, sencillamente porque en ella hay bosques y ríos, y cuando paseas por estos lugares puedes llegar a encontrar zonas preciosas, que si te paras un momento a respirar hondo y observar, parece y sientes como si un hada, un pequeño duende o Kodama fueran a aparecer, o tu verlos saltar o corretear por el bosque, en un despiste de estos seres, que se dejarían ver.
La naturaleza es sinónimo de magia, al menos para mi.

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